Muy interesante el
artículo publicado por Alfonso Basallo en El Semanal Digital. Analiza a la perfección el episodio de la falsificación de informes y la manera en que los distintos medios han decidido presentarlo. Y pone el dedo en la llaga: este escándalo ha puesto de relieve que el Gobierno y los miembros de las Fuerzas de Seguridad han estado practicando una tarea de "blanqueamiento" de ETA, tratando de limpiar el sumario del 11-M de toda referencia a la banda asesina, por inocua que esa referencia pudiera ser.
En diciembre de 2004, Zapatero declaró ante la Comisión 11-M que no había en todo el sumario ningún indicio que apuntara a ETA... Cuatro meses después, sus sicarios en la Policía eliminaban los párrafos de un informe pericial para que la palabra ETA no apareciera en el sumario. La virtud que ha tenido la publicación en El Mundo del informe falsificado ha sido, precisamente, que hemos podido reinterpretar las palabras de Zapatero en su auténtica dimensión: "No hay en todo el sumario ningún indicio que apunte a ETA... porque ya nos hemos encargado nosotros de que no lo haya".
Muy interesantes también los paralelismos con el caso Dreyfuss que Pedro J. traza hoy en su carta dominical. Llevábamos meses denunciando las falsificaciones en las que el sumario se basa y, en esta semana que ahora termina, la opinión pública ha comprendido, por fin, que teníamos razón. Ya sé que resulta presuntuoso hablar por boca de toda la opinión pública, pero los bares, las casas y las oficinas vuelven a ser testigos de las discusiones en torno al 11-M, de la enunciación de las sospechas, del planteamiento de hipótesis, del debate sobre los detalles de las investigaciones.
Por supuesto que la información no llega a todo el mundo, pero el 11-M vuelve a ser tema de actualidad como no lo había sido en dos años y medio. Y esta vez el debate se plantea en el terreno de los hechos, no de los sentimientos, y la falsificación de informes ha puesto a la defensiva al Gobierno y sus palmeros, que no han podido evitar cometer un error garrafal: el episodio parlamentario de "Prietas las filas", escenificado en esa foto donde todos los grupos anunciaban su intención de pararle los pies al PP en el tema del 11-M.
Ese episodio (justo el día anterior a la publicación de los informes falsos) ha sido percibido por la opinión pública como una confirmación de que el Gobierno no quiere que se investigue. La mejor confirmación que hubiéramos podido soñar. ¡Gracias, López Garrido! Después de tamaña torpeza, ¿cómo volver a invocar ese leit-motiv ("el PP mintió entre el 11-M y el 14-M") que tan buenos resultados les dio en el pasado?
Intentaban un auténtico golpe con el que terminar de violar el régimen constitucional (véase el artículo de Federico Jiménez Losantos "
El abismo del 11-M y el golpe parlamentario del 20-S") y todo se ha quedado en un gatillazo. Ni siquiera la viagra de su dominio mediático les vale ya de nada.
Intentarán las
presiones a los jueces y fiscales, para evitar que se judicialice el asunto de la falsificación de informes. Redoblarán el acoso a la cúpula de la dirección del PP,
utilizando de nuevo a sus submarinos amarillos. Ofrecerán el oro y el moro a los medios de comunicación dubitativos mientras crece la ofensiva contra aquéllos que son independientes. Y, por supuesto, acelerarán las concesiones a la banda terrorista, para que no
aumente todavía más la presión (atentos a una noticia que podría saltar en los próximos días y que, de confirmarse, situaría definitivamente al Gobierno en el campo de la colaboración con banda armada). Pero nada de lo que hagan tiene ya ninguna fuerza.
La magia se ha roto y Zapatero lo sabe. Y ya sólo le quedan dos opciones: convocar elecciones de manera inmediata o huir hacia adelante, porque la tercera alternativa (la única verdaderamente honorable, que sería ponerse al frente de una auténtica investigación de los atentados) le está vedada a Zapatero. Y todos intuimos por qué.
Zapatero optará por huir hacia adelante y ganar tiempo, estirando la cuerda del aguante de la izquierda y confiando en que no se rompa la soga antes de que suceda algo, algún tipo de milagro, que le salve del desastre. ¿Se podrá detener desde la izquierda esa carrera hacia el precipicio? Yo no lo sé. Pero tal vez lo sepa Rosa. Eso es, al menos, lo que me cuentan.
(Artículo extraido del "Blog de Luis del Pino" de Libertad Digital y públicado integramente por su interés informativo)